“Los ignorantes y los tontos son dueños de este país, y están en manos de astutos sin inteligencia excepto para engañar y hacer dinero. Acepto que los malos son más que los cristianos y que yo soy un ignaro tontón”
“Mi país me da vergüenza. Desde el golpe de estado el 73 a través de la continuidad de 1990 hasta hoy, septiembre del 2010. No es “vergüenza ajena”, es “propio” este impudor sin culpa real. Seguirá hasta morir. Es lastimoso, vergonzante.”
(Armando Uribe de su libro Nunc)
La pena que nos expresa este importante poeta quizá se deba más que al propio hecho de que, el haber ocurrido el incidente del 73 hallamos sido “renacidos y nombrados” en la historia de la humanidad (porque antes quién sabía de Chile); se deba a la quema sistemática de libros y a un cambio drástico con respecto a la cultura en todos los estratos sociales: el obrero ya no lee libros como lo fue en un principio. El país en sí, se volvió un modelo a escala de la tan propagada cultura estadounidense llegando a enterrar todo su pasado de una manera simbólica, ahora reina el ahora (tecnología, modas superficiales) pero un ahora que no aprende lecciones del pasado y que por culpa, elabora un producto menos que digno. Por esto me es preciso citar a otro ensayo creado por Carlos Franz, sobre la muralla enterrada y como a una de las criaturas mitológicas del sur de Chile y reflejo fiel de la identidad que han abordado los capitalinos: el imbunche. El imbunche resulta ser una creación anómala y andrógena cual nos propone una disyuntiva de lo que “es” y “no es”. El monstruo está a medio camino de “ser” por lo que se devela la analogía de la identidad de Chile, porque muchos se preguntarán: ¿quiénes somos los chilenos? ¿el arte de Chile es Chile? ¿más si tenemos en cuenta que artistas como Mistral o Huidobro fueron reconocidos en el extranjero y mártires en su tierra? ¿qué en su país donde se supone que vieron por primera vez la luz, resulta que esta luz estaba al final de una caverna de extensión de kilómetros y era horriblemente oscura?
En tal caso, Chile como una larga y angosta extensión de tierra más si es un país donde la cultura es deformada a in imbunche en el fin del mundo, expresa una metáfora de la caverna oscura, la cual deben cruzar los artistas para “llegar a ser algo”(como el imbunche) porque en su tierra “no son nadie”, y de esta manera una vez ya logrando la grandeza de de un árbol y su misma vejez (reconocimiento) reflexionan serenamente y se les escapa una frase -en un principio tuve un desafío: Chile, y una vez superado sabía que podía hacer cualquier cosa-aún así, escritores, poetas, artistas plásticos, músicos, luchan en una ardua carrera internacional para representarnos y decirle al mundo quien es Chile, y corriendo no se cuántos kilómetros planos piensan en el desierto florido, en las torres del Paine y en esos pueblos rurales donde niños van al colegio con lluvia y etnias de diversa índole sufren discriminación en la selva de cemento. Esto es muy complejo, el tema de la identidad y la sociedad chilena ya que como lo enuncia el programa de tv abierta “Santiago no es Chile”-aunque éste posea los centros político-administrativos y la mayor parte de la población, mientras que “lo cercano a raíces como el Chile campesino” no encaja en este sistema santiaguino. Quizá los artistas en su ideal una vez empezando la carrera, dejen atrás a ese Chile infernal, gris, paralelepípedo, televisivo, prototípico, para dar la vida por un paraíso que muchas veces se canta en los célebres versos de la canción nacional-…y ese mar que tranquilo te baña, te promete futuro esplendor-. Entonces el corredor se teletransporta a un Chile de extensos campos, de hermosa fauna, de aire limpio, de alumnos que levantan la mano, de profesores que aman enseñar, de doctores que no dejan morir, de jóvenes que hacen el cambio, de dirigentes que no juegan con el pueblo, de gente que busca la verdad, de un mundo donde el arte es sagrado.