miércoles, 25 de mayo de 2016

El hombre y el territorio en Elicura




  En el presente ensayo realizaremos un análisis de tres poemas de Elicura Chihuailaf en torno a la idea del lazo entre el hombre y el territorio. Resulta relevante tomar como punto de partida la delimitación de esta literatura, perteneciente a la subjetividad mapuche, al posicionarla dentro de lo que entenderemos como “literatura menor”, para lo cual nos serviremos de la teorización de Deleuze y Guattari. Luego, y a partir de lo anterior, haremos una reflexión acerca del papel que juega la pertenencia a un territorio  en la configuración de la identidad. De esta manera, será objetivo primordial el intentar dar cuenta de cómo ésta dimensión de la identidad relacionada al territorio se manifiesta por medio de la literatura, y más particularmente cómo la expresan los hablantes en la poesía de Chihuailaf.
                        Deleuze y Guattari plantean que una literatura menor consta de tres características: la desterritorialización del lenguaje, el despliegue de lo individual hacia lo político y un carácter colectivo de todo lo que comunica. Podemos situar la poesía de Chihuailaf dentro de estos términos porque, en primer lugar, los autores señalan que “una literatura menor, no es la literatura de un idioma menor, sino la literatura que una minoría hace dentro de una lengua mayor” (Deluze, 28). La desterritorialización del lenguaje en la poesía de Chihuailaf surge de la utilización de una lengua mayor, que en este caso es el español,  para expresar una interioridad y materializar la voz de la minoría a la que corresponde la subjetividad mapuche. Esto se da mediante la salida del poeta fuera de su territorio idiomático de origen. Enuncia en una lengua que, sin conocer las raíces del autor, al menos podríamos reconocer que no es propia del mundo que en el poema se evoca.
            Luego, en la literatura menor, todo discurso adopta un carácter colectivo. Esto quiere decir que se enuncia desde la individualidad, adopta el valor de ser la voz de todos los que pertenecen al grupo minoritario. En la misma línea, todo es político. Deleuze y Guattari señalan que “lo que el escritor dice totalmente sólo se vuelve una acción colectiva, y lo que dice o hace es necesariamente político, incluso si los otros no están de acuerdo” (30). Esto se debe nuevamente a que, al momento de alzarse la voz de la minoría, inmediatamente sale a la luz la marca de la diferencia de fuerza y poder de una cultura sobre otra.
Dentro de los rasgos que nos permiten dilucidar a lo mapuche como minoritario tenemos dato histórico desde el poema fundacional de Chile que es La Araucana de Alonso de Ercilla. A partir de éste tomamos conocimiento de la guerra que se entabló con este pueblo desde el periodo de la conquista, lo que significó un primer momento de decreción en su población. En la actualidad, corresponde a uno de los pocos pueblos aborígenes que se mantienen con vida. Junto con ello, tenemos el factor de que corresponde a una población que posee una cultura y una cosmovisión muy diferente y aparte de la del resto del país dentro del que se encuentra circunscrita. Todo esto ya nos otorga de entrada una base para entender la marginalidad asociada a este pueblo. 
La cuestión del territorio es otro elemento importante si queremos aproximarnos a la cultura mapuche. Ya habíamos mencionado el relato épico de La Araucana donde, precisamente, se trata el evento de la lucha y la defensa del territorio y la dinámica de la colonización de Chile. El hecho de que sean llamados  “araucanos” o “el pueblo araucano” es evidentemente una cualidad que pone a esta cultura en directa relación con el territorio en que habitan. El hecho de que hoy en día gran parte de la escasa población de esta cultura haya emigrado hacia zonas urbanas no quita que en ellos exista una identificación relacionada al lugar de origen, y será en este aspecto el que en la literatura nos devele el carácter político de la literatura menor. Donde ocurre una literal desterritorialización de los individuos, el discurso sigue apuntando a la cultura de origen.
No obstante lo anterior, es importante dejar en claro que el concepto de lo minoritario asociado a esta cultura no se respalda en cuestiones como el número de individuos ni las restricción del territorio que habitan, sino más bien a la relación que se establece entre una cultura que no es dominante y la que impera. Es decir que se funda en una relación de fuerza.
            Para tratar más detalladamente el tema de la identidad influenciada por un territorio, primero, debemos preguntarnos en qué consiste la construcción de identidad. Para ello podemos rescatar la propuesta de Berger y Luckman, quienes señalan que  es “un fenómeno que surge de la dialéctica entre el individuo y la sociedad” (240). En base a esta idea, podemos considerar que el espacio o ambiente en que la sociedad se desarrolla corresponde a uno de los factores más fundamentales en esta construcción a nivel individual.
Podemos afirmar que las sociedades actuales consisten en una serie de identidades que conviven en un mismo territorio. De este modo, la identidad nacional, de la que hablan García de la Huerta y Ruiz, posee una homogeneidad ilusoria que se puede ver delatada en ciertas literaturas.
            El fenómeno de la desterritorialización que hemos venido observando en la poética de Chihuailaf se ve mucho más materializada en la acción misma de anexar en su obra las versiones de los poemas tanto en español como en mapudungun. Esto de por sí se muestra, para el lector a priori o winca, como un discurso carente de sentido por la falta de inteligibilidad que nos supone. Sin embargo puede resultar ser muy rico en su aspecto musical. De las propuestas de Deleuze y Guattari rescatamos que en este ejercicio bilingüe “mientras el sentido articulado era un ruido desterritorializado, pero que se reterritorializaba en el sentido, ahora será el sonido mismo el que va a desterritorializarse sin compensación, en forma absoluta. El sonido o la palabra que atraviesan esta nueva desterritorialización no son lenguaje comprensible, aunque se deriven de él” (Deleuze 35). Es así que la lengua a la cual se adjunta este autor, el mapudungun,  adopta un  carácter que en sí mismo se sostiene, casi musicalmente, como “materia viva expresiva que habla por sí misma y ya no tiene necesidad de estar formada”(Deleuze 35). Es importante señalar en este punto la consideración a la percepción existente en el lector en torno a la poética de Chihuailaf, debido a que si hacemos caso omiso de esto, parecerá que el idioma nativo del autor se hallará completo de sentido y estructurado sistemáticamente. Es por ello que el conjunto autor-poética-lector, hacen posible la existencia de una expresión “autosustentable”: el hablante es dotado de un mundo inmenso que enuncia mientras que el receptor/lector lo acoge hasta donde su sentido o percepción es capaz de transfigurarlo. De allí que a primera vista se piensa el mensaje como encriptado aunque enriquecido, con ganas de ecolalizarlo.
 La poética de Chihuailaf responde a una cicatriz social que se halla explícita tanto en el manejo del lenguaje a nivel morfosintáctico y fonético, como en lo semántico, aquello que deambula en el fondo de sus amplias fachadas de paisajismo. (Deleuze 39) El culto al pasado, su preservación y perpetuación, de igual forma lo es la imagen de destrucción y el corrompimiento de la inocencia funcionan como elementos que ejercen presión en la poética, desde múltiples direcciones. Las visiones de lo propio, en juego con los centros de poder y sus respectivos paradigmas implícitos e impuestos dentro de la lengua, son factores que impulsan a modo de unión, un producto y a la vez una apariencia de todo el movimiento que se está generando. Cabe recalcar que aquella límpida perspectiva, autóctona, que el idioma del autor guarda dentro de sí para salvaguardar las nociones y el peso cultural de su propio pueblo, se ve transgredida (aunque no completamente perdida) debido a la adaptación  que significa mover la expresión de cierto idioma a otro.
 Musicalidad / Silencio No es sino a través del silencio que surge la música, el indicio, la relevancia de la onomatopeya y lo primeros sonidos que nos fueron tan afines en la infancia, pese a no ser del todo comprendidos.
 “Quien se asume en lo que es [...] se está valorando a sí mismo, se está respetando a sí mismo y si eso no ocurre no podemos pedir que valoren a los demás, que valoren a los demás” (Chihuailaf, 5’04”) enmarca el concepto de desterritorialización en el impulso de lo propio, el asumir la realidad íntima en pos de otras que se hallan en el mismo proceso de surgir, algo posible de ver en la poética de Elicura cuando los jardines diversificados en flores asumen una imagen poética.
            Al adentrarnos en la poesía de Chihuailaf hallamos una serie de  imágenes poéticas carentes de metáforas en su mayoría aunque no en su totalidad, debido al contenido mítico y ritualístico yacente en su obra: Surgen el Azul, el Canelo, Los Ancestros, entre otras varias, como figuras de peso aunque sin sentido figurado (Deleuze 37). En los tres poemas que abordaremos, que son “Sueño Azul”, “Para sanarte vine me habló el Canelo” y “La llave que nadie ha perdido”, se alberga léxico ligado a la anatomía como lo son “manos” “estómago”, “hígado”, “riñones”, “nervios”, “huesos”, “venas”, “ojos”, “oído” y  “corazón”, lo cual nos da indicios del sentido humano corporal que subyace dentro de la obra.
Podemos apreciar que los elementos propios de la cultura, el paisaje y las costumbres corresponden al soporte semántico. Las metáforas de naturaleza abundan, así como las menciones tanto al color azul, al sueño, a los ancestros,  que son fundamentales en la cultura mapuche.
            En el poema “Sueño Azul”, nos encontramos con una suerte de macro isotopía relacionada a la cosmovisión mapuche. Desde el título nos encontramos ante dos elementos que son muy fuertes en esta cultura: el sueño y el color azul, relación que da a luz el concepto de espiritualidad. El poema parte describiendo una locación: “La casa azul en que nací está/ situada en una colina”(Chihuailaf), con lo que el hablante inmediatamente nos lleva a situar la imaginación en el punto de origen, nos ofrece una imagen poética que que personifica a toda la cultura, y abre paso a la descripción del espacio natural en que nace el hablante. La mención a los diferentes tipos de árboles que son característicos de la zona sur de Chile (robles, hualles, sauce, nogales, castaños) y de la vegetación en general, se encuentran englobadas en una isotopía relacionada a la naturaleza del territorio en que se forma, donde tenemos a los animales, el paisaje con sus riachuelos, bosques, colina, viento, piedras, volcanes y las estaciones del año. El texto comienza a partir de una visión concreta del cotidiano del pueblo mapuche, recuerdos de actividades con seres queridos y de pasados remotos muy similar a la poética de Teillier, sin embargo, podemos apreciar avanzado el texto que en el fondo del mismo, empieza a desparramarse y a describir principios universales y grandes temáticas (como lo son el Universo, La Tierra, La Poesía). De ahí el hablante recorre el mundo con su imaginación, por medio de esta abstracción que anteriormente mencionamos, y el hablante mismo personifica una propuesta auténtica, un “asumir lo propio” que vemos fielmente reflejado en el fenómeno de descontextualización de literatura menor, y que se concretiza más en Chihuailaf, en la imagen poética del “tulipán azul”. El hablante surge, se asienta, recorre, vuelve, así como los procesos en torno a la literatura menor.
En  “Para sanarte vine, me habló el canelo” hace su aparición la figura del Iniciado, aquel que debe cumplir una determinada misión por orden de fuerzas desconocidas y poderosas, que en esta obra se caracterizan  por pertenecer a  La Naturaleza. El mismo poeta, explicando el significado de su nombre señala que se traduce como “piedra transparente”, la misma que en este poema es mencionada con la dotación propia del Canelo como ser sagrado. Es así como el Canelo en cual ceremonia de investidura, concede una misión compleja aunque profunda a este Iniciado con el rol de “cantor encomendado con el caballo Azul de la palabra” y “piedra transparente”, algo que se enlaza en la aseveración del autor: “La palabra es el monumento de nuestra cultura [...] es el instrumento esencial del ser humano”(Chihuailaf 10’ 45”). De esto se extrae que el poeta es portador de verdad, y que la verdad proviene, en su cultura, desde el origen, de los antepasados.  Sin embargo, este personaje también se compone de sustancia humana y puede tropezar con diversos percances y valles “Más yo quise olvidar el concejo de las Ancianas / y de los Ancianos / por eso estoy enfermo” (Chihuailaf). Es por esto que desde el testimonio de Chihuailaf rescatamos: “Espiritualizar la realidad [...] es una misión que no puede cumplir el ser humano pero, por lo menos [puede] hacer el esbozo” (Chihuailaf 24’ 10”). Por medio del anterior verso además anunciamos un síntoma de cultura matriarcal, puesto que “las Ancianas” son nombradas antes que “los Ancianos”, por ello, prevalecen figuras como la música y el silencio, la intuición, el interior y la relación íntima con lo natural.  El extracto “Por eso estoy enfermo ahora podría pertenecer a un sello de la imagen poética que reverencia al pasado y enfatiza la disfunción en el tiempo presente, realidad que es capaz de ser enlazada con el poema “Sueño Azul” en el verso: “Hablo de la memoria de mi niñez / y no de una sociedad idílica”(Chihuailaf).  El Canelo además es una intersección, de ahí que se reconoce como sello territorial y punto de encuentro de realidades, espacio de diálogo que en la cultura mapuche prevalece fundamental: “La conversación es un arte [...] requiere por sobre todo el aprender y saber escuchar”(Chihuailaf, 2’55”).
            En “La llave que nadie ha perdido” podemos enunciar que en él yace el “El bosque es la Taberna Sagrada” (Chihuailaf, 43’40”). Los primeros versos nos enmarcan una imagen global de tentativa por parte de la Naturaleza, para atraer al hablante lírico hacia la verdad tal como si fuera la serpiente bíblica. Se recoge en el poema un poco de la cosmovisión mapuche, transformándose a la poesía en conducto y voz de aquellos que están pero que es como si no estuvieran, es decir, de los oprimidos  y los muertos, pasando a ser una especie de “vox populi” de los antepasados del autor. Por medio de esto es posible enlazarlo con Neruda junto con las evidencias de territorialidad que en su obra expresa (Neruda escribe por lo general desde un espacio geográfico, explícito en sus letras como puede encontrarse en Canto General).“La poesía es el hondo susurro de los asesinados”(Chihuailaf) podría interpretarse como la violencia directa hacia el pueblo mapuche de manera histórica en relación al Estado como también podríamos hablar de una perspectiva más abstracta, explicando que los asesinados son los olvidados y el homicidio intelectual para con esta etnia, ya que casi ninguna huella de sus conocimientos ancestrales ha repercutido en nuestra sociedad como paradigma (como se mencionó en un principio en las fuerzas que condicionan el lenguaje y la lengua).
La poesía es oralidad rememorativa, “Somos oralitores” (Chihuailaf, 16’05”) y es por ello que delimita su misión en el traspaso de la verdad y lo esencial, de ahí el título “La llave que nadie ha perdido” debido a que este conocimiento clave/llave se ve invisibilizado (factores como el paradigma de nuestra sociedad que ejerce presión en la lengua, por ejemplo). Sin embargo, está allí, es propio (natural) y sólo se necesita la amplitud de los sentidos y el escucharse a sí mismo para reconocimiento.
 A través del punto recién aludido sopesamos las palabras de Elicura “El silencio está absolutamente ligado con el escuchar, porque el escuchar significa también escuchar la música, la sonoridad tremenda que hay dentro de uno, esa conversación entre el espíritu y el corazón. Además es oír, intuir, el sonido del universo porque dicen nuestros mayores que nosotros somos una pequeña réplica del universo [...]El silencio es lo único que permite la contemplación ” (Chihuailaf, 25’50”). La Naturaleza como isotopía actúa, se expresa : “se acarician con sus raíces azules / y agitan sus ramas al aire” (Chihuailaf) y sus representaciones saludan las señales, las veneran, “La Cruz del Sur” (Chihuailaf). Entonces la entidad explica personificada: “La poesía es / La tristeza por el muchacho / que conserva la lengua / pero ha perdido el alma” (Chihuailaf)  asumiendo que la compasión puede ser un intermediario en esta definición. “La poesía es un gesto” (Chihuailaf), la contradicción de la poesía “El día de invierno que arde y apaga” (Chihuailaf), “El canto de mis antepasados” (Chihuailaf) que no es accesible sino volviendo al origen. La poesía sería el medio para el regreso a la verdad.
Es a partir de estas lecturas que podemos comprobar y apreciar cómo el factor del origen y el territorio, por un lado,  es fundamental en la construcción de identidad, y por otro, cómo se puede ver reflejado en la escritura poética. Podemos comprobar que la estética de Chihuailaf se adhiere al fenómeno de literatura menor en cuanto a su proceso de desterritorialización, y que interiormente en la obra existen procesos que ejercen presión y que como resultado se da lo que hoy en día conocemos: su poética. Muchos otros caracteres se adhieren a caracterizarlo como literatura menor como abordamos en el presente trabajo, pero priorizamos el hecho de que definitivamente, ésta propuesta responde a un macro paradigma de imposición donde lo marginal y autóctono asume su propia realidad.
Es quizás la idea de que esta poética corresponda a una literatura menor, lo que nos permite apreciar con más fuerza el uso de elementos que hacen alusión directa a la cultura mapuche, a su origen y costumbres. Difícilmente nos encontraremos obra de Chihuailaf donde no se realice el ejercicio de exponer los valores que son propios de su cultura y reconocemos el uso de elementos de la naturaleza que si bien se encuentran carentes de metáforas, impulsan una fuerza propia por sí mismas, lo cual se asocia estrechamente con la realidad mítica que se describe en el trasfondo de la obra.
            Sería interesante profundizar en los aspectos más paradigmáticos en torno a la cultura mapuche, debido al conocimiento tan vasto y acabado que se sustenta en su visión de mundo, desde lo cotidiano hasta las interrogantes universales que aquejan al hombre desde siempre.
De igual manera, estas ideas podrían ser aplicadas al momento de leer la poesía de otros poetas pertenecientes a la cultura mapuche. De este modo que podríamos comprobar si se repite el patrón que hemos señalado, respecto de la plasmación en la literatura de la dimensión territorial asociada a la construcción de identidad.


 Por Francya Castro / Javiera Reyes

  
Bibliografía citada
                                                                                               

Berger, P., Luckmann, T. La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu, 1998.
                                  
Deleuze, Guattari. Kafka: por una literatura menor. Madrid: Editora Nacional, 2002.
  

jueves, 18 de junio de 2015

Presentación novela "Alas Mojadas" de Claudia Robaud

¡Hola a todos! últimamente he estado bastante ocupada con el fin de semestre y todo eso (sí, en mi u no existe el paro pero peor aún, no se incita a espacios de reflexión ni se cuestiona el planteamiento del sistema, en fin...) ¡pero ahora les traigo una entrada! en colaboración con Jenny, la bloguera de la página "Déjame contar palabras" les traemos el estreno del libro de nuestra colega. De ahí que publicaré el nuevo material que me envió Joel y en lo posible si es que en vacaciones puedo editar algo contingente.
El pasado 6 de junio la escritora sanbernardina Claudia Robaud Vasquez presentó su nueva prosa Alas Mojadas en la Casa de la Cultura Anselmo Cadiz. La presentación estuvo a cargo de Marco Rabanales, mientras que la agrupación musical “Los chiquillos” y la solista Valentina Córdoba se presentaron entre bloques y un ambiente íntimo.
“ALAS MOJADAS, es el título de la primera novela de la autora Claudia Roubaud.  Novela breve y fragmentada que logra una secuencia bien definida y precisa, de corte social, nos muestra de forma renovada el tema de la marginalidad y claramente ése es el tema central de sus páginas; porque más que retratar la danza triste y desventurada de su protagonista y demás personajes dentro de un entorno de miseria, creo que en el fondo se vislumbra de inmediato el motivo que impulsa a la autora”.

“Todo gira y parte de ese entorno; lamentablemente tan conocido para nosotros. Los denominados campamentos que nos trasladan a la imagen de un montón de casuchas precarias, arrimadas sobre el barro, emplazados en distintos eriazos de la periferia de la gran ciudad. Sí, un tema tan nuestro y tan sudamericano, por cierto, si pensamos que el campamento chileno tiene símil en la villa Miseria de argentina y en las favelas de Brasil, por ejemplo. Y no cuesta imaginar tampoco otros campamentos en cualquier otro lugar, lo que lo convierte así en un tema universal, la marginalidad como tema de fondo y aunque no sea un tema nuevo bastaría con recordar un par de autores chilenos que ya han tocado los tópicos de la extrema pobreza con todos sus alcances y marcas en quien la vive. El hacinamiento, los vicios y vilezas, la violencia tácita y solapada y a veces el abuso de todo tipo. Pero como dije antes, Claudia recrea este tema con un tono fresco, claro, simple y un registro a veces casi ingenuo, pero no por eso menos sólido.”


“Sin grandes aspavientos retóricos y florilegios estéticos desnuda de manera eficaz ese tema. Esa marginalidad que a veces no se quiere ver y se esconde tras la fachada del modernismo y el progreso. Nos presenta sus personajes bien definidos y sobre todo bien situados en su trama y se agradece esa autenticidad por parte de la autora, ya que logra llegar de forma sencilla y directa a cualquier tipo de lector; entonces, esa sencillez aquí es un atributo que cobra total sentido si pensamos que está narrada en primera persona, es decir, que su propia protagonista, marginal y marginada, es quien nos cuenta casi en la totalidad de la historia. Aunque también tiene algo del tipo de narrador testigo que asiste presencialmente los hechos o puede parecer también contándose la historia  a sí misma. Digo que allí está la fuerza y el sentido si es de suponer que la protagonista no ha tenido mayor educación; y si se expresa debidamente bien o en forma correcta, se pudiera decir, es por la cultura simple y ciertos conocimientos que le entregara generosamente un viejo sabio del mismo campamento, pero lo marginal también inmerso en lo existencial, por supuesto, si desde ahí, en ese entorno, bajo ese signo, entre otros hijos de la miseria, ella, una niña sin nombre del campamento que llega a convertirse en la choriza Ampona de la cárcel debido a escabrosas circunstancias nos revela y nos grita sus anhelos y temores más profundos. Y también, ya en la soledad de su celda sus preguntas esenciales, por su puesto no hayan respuestas en un sistema que a veces parece obtusamente cerrado e indiferente. Léase entonces ALAS MOJADAS como una metáfora de no vuelo: la niña que crece en medio de un campamento y todo lo que esto puede significar, la niña que no pudo despegar de la pobreza; luego la mujer que no pudo romper ese círculo.”
Transcripción: Jenniffer Lazcano
Fotografías: Francya Castro
Lectura de Claudia: Capítulos 8 y 19     

domingo, 17 de mayo de 2015

Poco hemos cambiado, una crónica

 ¡Hola a todos! he venido con una crónica que uno de mis colegas llamado Joel Acosta, ha escrito dentro de su amplio repertorio, y es que me llamó mucho la atención debido a que ésta se publicaba periódicamente en un diario llamado "La firme" años atrás.  Según cuenta Joel: 

 "La nota fue publicada el 2005. En realidad no recuerdo desde cuando y hasta cuando circulo "La Firme", pero me da la impresión que fue hasta 2005. El Director fue Mario Gómez hijo del gran periodista Mario Gómez López que fue famoso por su programa radial "Mario Gómez López y su grabadora.." donde rescataba en vivo los grandes problemas del ciudadano común. La impresión del Diario que aparecía martes y viernes en formato pequeño, se realizaba en una pequeña imprenta en la calle San Diego, al lado de un famoso restoran que aún existe y se llama "Las Tejas". Los que colaborábamos con este pasquín, teníamos que ir los domingos a la noche a doblar y corchetear los ejemplares que saldrían el martes a circulación...Las reuniones de pauta eran generalmente los miércoles a la noche en este mismo recinto, lleno de tintas y olores a imprenta (ratones incluidos) donde aprendí muchísimo con el periodista Mario Gomes López, que fue como un maestro... En lo personal tuve un espacio en el diario que se llamó "De la Vida diaria, una puntada" sugerido por el Director con quien trabamos una gran amistad. Publicaba una crónica. El diario dejó de circular por falta de financiamiento. Murió con una muerte anunciada, ya que al final hacíamos "vacas" para comprar tintas y papel..."

 El texto fue publicado digitalmente, pero el URL ya no está en funcionamiento, lo que es triste. Es por esto que también añadí una etiqueta llamada Cronicas de Acosta, en la cual podrán acceder a más crónicas del mismo autor. 

Poco hemos cambiado      
                                                                                                
 Por la década del cincuenta el país se movía lento, con paso de pueblo rural. Los chiquillos asistían a la escuela pública del barrio y algunos alcanzaban el Liceo, donde seis años de Humanidades les permitían ingresar a un Banco, un puesto administrativo en un Ministerio y los más afortunados a la Universidad.
 Las ciudades iniciaban un crecimiento paulatino y el Estado era el mayor proveedor de trabajo; Ferrocarriles del Estado llegó a tener 25.000 trabajadores en la red que ya se había transformado en la columna vertebral del transporte terrestre.
 Los habitantes de las ciudades se identificaban con sus barrios claramente definidos e identificables por las propias características de sus moradores. Las Cajas de Previsión construían poblaciones que albergaron a familias modestas de una incipiente clase media, que se beneficia con la “Ley Pereira”.
 Clásico era el almacén del barrio, la carnicería, la farmacia, la panadería, el zapatero remendón, la feria libre ocupando varias cuadras con verdores y aromas traídos de las chacras de los alrededores. En esos lugares se encontraba un abastecimiento diario de lo necesario para que las dueñas de casa prepararan todos aquellos guisos, ya casi olvidados, con que se alimenta a la prole, a veces numerosa.
 Era común que las familias de los barrios más humildes recurrieran a la compra con “libreta” en el almacén, la carnicería, la panadería. Se hacía la compra diaria y el importe era anotado por el almacenero. Funcionaba la confianza entre proveedor y proveído. Nadie alteraba o adulteraba las cifras. No había aval o cheques en blanco. Al final del mes, raya para la suma y se cancelaba el total de consumo mensual, y la vida continuaba igual por otro mes y otro mes, y otro mes…
 Hurgando entre los papeles encontrados en un viejo baúl, encontré la “libreta” que mi madre poseía para el crédito mensual de las menestras en “el almacén de la esquina”: Una columna para registrar el día de la compra, otra para indicar un vago “varios” y el importe. Al final de las cuatro o cinco hojas que ocupan las cinco compras del mes la sumatoria y el anexo del 10% agregado “por el crédito”.
De los años cincuenta a la fecha hemos cambiado “la libreta” por la tarjeta de crédito, la usura sigue igual.

                                                                                               Por Joel Acosta
Contacto del autor: joel.acosta@fepasa.cl

miércoles, 13 de mayo de 2015

Estreno obra "Cimientos" de Maizú en Casa de la Cultura La Cisterna


 El pasado 8 de Mayo en La Casa de la Cultura de La Cisterna, se estrenó el poemario "Cimientos" de María Beatriz Ortiz (Maizú), integrante del círculo de escritores de La Cisterna y Centro Literario Ateneo de San Bernardo. Quien presentó la apertura, fue el maestro de ceremonia German Rojas Ormazabal, realizando la alegoría del nacimiento con la obra recién estrenada de la autora, enfatizando que ésta es la primera presentación de un libro del recién inaugurado centro cultural. Hace su declaración también la concejala de cultura Patricia Acevedo Gonzalez, no sin antes con la lectura de Julio Irazzoky quien representa al círculo de escritores de la Cisterna y la de Jose Silva, un escritor sanbernardino. Maizú dedica un texto al día de las madres en su discuro, y lee el poema "Jazz" de la contratapa de su nuevo libro.


María Beatriz Ortiz (Maizú)


A la izquierda el poeta Jose Silva, a la derecha, la autora

Presentación de "Cimientos" con la antecesión de el presidente del círculo de escritores de La Cisterna Julio Irazzoky, al centro la autora, y a la izquierda el poeta Jose Silva. En el piano, el músico ... 

Francya Castro y el escritor Fernando Castillo

Francya Castro y la autora

El comunicador de San Joaquín Gabriel Mirada, entrevistando a la autora para Patio del Sur

Alguno ejemplares






Fotografías: Trova Mundo, Jenniffer Lazcano

lunes, 13 de abril de 2015

Lanzamiento revista Aurora Boreal edición 22 Especial Mujer

 Este pasado 27 de marzo en el Salón Consistorial se estrenó la edición número 22 de La Revista Literaria Aurora Boreal en el salón consistorial de la I. Municipalidad de San Bernardo. Esta edición en conmemoración al mes de la mujer, fue provista de frases célebres de destacadas mujeres de la historia y de imágenes alusivas, junto con las obras de varias de las mujeres del Centro Literario Ateneo. 


A la izquierda, la presidenta del centro Nelly Salas y a la derecha el músico Patricio Sanhueza


Escritora Helena Herrera



Escritoras María Bueno y Carol Wuay



Marcela Royo Lira, María León Bascur y Sergio Gutiérrez-Ferrol


Escritora Francya Castro


María León Bascur expone su poema autobiográfico


Escritora Mirella Neira


Escritora Ingrid Escobar


Escritor Raúl Andani


Escritora Eugenia Leyton


Escritora Leonarda Caroca


Escritora Isabel del Sol


Músico Patricio Sanhueza


Escritora y profesora de historia y geografía Ruby Saavedra


Escritores Rodrigo Carrasco Casanova y Darruych Deij


Escritora María Beatriz Ortiz con un ejemplar

Se contó con la presencia de María León Bascur, escritora que impulsó la Revista Safo a modo de protesta por su rechazo en la integración de la agrupación cultural "Los inútiles" formada por Oscar Castro, en Rancagua, que era exclusiva de hombres. Bascur estuvo muy desdichada esta noche debido a la catástrofe que en Chañaral y alrededores se había producido por efectos del aluvión y familiares implicados en ella. El encuentro terminó con las entregas de ramilletes de rosas, por parte de Nelly a los escritores, fue una noche íntima. 
                             
Fotografías: Alexandre Gorelov